Pitigliano: un pueblo volcánico
- Juan Jesus Jiménez
- hace 7 días
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Al atardecer, cuando la luz dorada golpea los acantilados de toba volcánica, Pitigliano parece emerger de las entrañas de la tierra. Este pueblo toscano, apodado "la pequeña Jerusalén", no solo está construido sobre un antiguo cráter, sino con sus mismas rocas. Sus casas color miel, sus iglesias y hasta sus bodegas están talladas en la toba que un día fue lava espumosa del volcán Volsini, extinguido hace 300.000 años.

Los etruscos fueron los primeros en ver el potencial defensivo de este anillo volcánico en el siglo VIII a.C. Excavaron túneles (hoy llamados "vie cave") para conectar Pitigliano con otras ciudades-estado, creando pasadizos que aún pueden recorrerse. Cuando los romanos llegaron en el 280 a.C., ampliaron el sistema de cuevas para almacenar vino y aceite. Pero fue en la Edad Media cuando Pitigliano adquirió su aspecto actual:
Los Aldobrandeschi (familia feudal) tallaron el Palacio Orsini directamente en la pared del cráter.
Judíos expulsados de Roma en el siglo XVI crearon aquí un barrio entero de casas-cueva, hoy llamado "el gueto".
Túneles secretos bajo las casas servían como refugio durante los ataques del Renacimiento.

El cráter de Pitigliano sigue "activo" geológicamente:
Las casa-trogloditas se expanden o contraen según la humedad, como pulmones de piedra.
En 2019, un temblor reveló una nueva cámara subterránea con frescos etruscos.
Los manantiales del valle emiten burbujas de CO₂ residual del magma durmiente.

Hoy, este pueblo de 4.000 habitantes atrae a geólogos que estudian cómo la arquitectura se adaptó al volcán: las casas tienen cimientos inclinados para seguir la curvatura del cráter, y los tejados rojizos imitan el tono de la escoria volcánica.
Como escribió el poeta Curzio Malaparte: "Pitigliano no está sobre la tierra, sino dentro de su memoria geológica". Un lugar donde cada callejón, cada bodega y cada grieta cuenta una historia de 300 milenios.
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