Ossobuco: Un plato milanés que conquista paladares
- Juan Jesus Jiménez
- 28 feb
- 2 Min. de lectura
Imagina un día frío en Milán, donde el aroma a vino, caldo y hierbas aromáticas llena el aire de una cocina tradicional. En el centro de esta escena está el ossobuco, un plato que no solo alimenta el cuerpo, sino también el alma. Este guiso de jarrete de ternera, originario de la región de Lombardía, es una de las joyas culinarias de Italia, y su historia está tan rica como su sabor.

El ossobuco, que literalmente significa "hueso con agujero", se prepara con rodajas gruesas de jarrete de ternera que incluyen el hueso medular, el cual aporta una riqueza incomparable al plato. Estas rodajas se cocinan lentamente en un sofrito de cebolla, ajo, zanahoria y apio, al que se añade vino blanco, caldo de carne y tomate. El resultado es una carne tierna que se deshace en la boca, acompañada de una salsa espesa y sabrosa.

Uno de los acompañamientos clásicos del ossobuco es el risotto alla milanese, un risotto teñido de amarillo por el azafrán. Esta combinación no solo es una delicia para el paladar, sino también una muestra de la armonía culinaria que caracteriza a la cocina italiana. El contraste entre la cremosidad del risotto y la jugosidad del ossobuco es simplemente perfecto.

El ossobuco no es solo un plato; es una experiencia culinaria que transporta a quien lo prueba directamente a las cocinas de Milán. Su preparación lenta y cuidadosa es un recordatorio de la importancia de tomarse el tiempo para disfrutar de los placeres de la vida. En un mundo donde todo va rápido, el ossobuco nos invita a detenernos, saborear y celebrar la tradición y el sabor.

Ya sea en un restaurante elegante o en una cocina casera, el ossobuco sigue siendo un testimonio de la riqueza y la diversidad de la gastronomía italiana. Es un plato que, más allá de su sabor, cuenta una historia de tradición, dedicación y amor por la buena comida.
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