Dino Campana
- Juan Jesus Jiménez
- 8 abr
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 15 abr
Las paredes blancas del manicomio de Castel Pulci, cerca de Florencia, temblaban con los gritos de los internos. Entre ellos, un hombre de ojos febriles garabateaba versos en trozos de papel higiénico, servilletas robadas y márgenes de periódicos viejos. Era Dino Campana, autor de Canti Orfici (1914), uno de los poemarios más visionarios del siglo XX, escrito entre crisis de esquizofrenia y largas noches de encierro.

Campana nació en 1885 en Marradi, un pueblo toscano. A los 22 años, comenzó a mostrar síntomas de su enfermedad: caminaba sin rumbo durante días, hablaba con voces imaginarias y quemaba sus propios manuscritos. En 1918, tras agredir a su madre en un episodio psicótico, fue internado por primera vez. Los diagnósticos de la época lo llamaron "degenerado epiléptico", pero hoy se sabe que padecía trastorno bipolar con rasgos esquizoides.

A pesar de ello, en sus momentos de lucidez creaba poesía que mezclaba el misticismo de Dante con el caos de Nietzsche. Sus versos, escritos en estado de trance, hablaban de "noches eléctricas" y "ciudades que se derriten como cera". El poeta Giovanni Papini lo describió como "un profeta que recitaba el Apocalipsis en pleno tranvía".

Campana pasó 14 años encerrado en Castel Pulci. Allí, los guardias le arrancaban las hojas que escribía, creyendo que eran "mensajes al diablo". Para burlarlos, el poeta:
Usaba carbón de las estufas para escribir en las paredes.
Memorizaba poemas enteros y los recitaba a otros internos.
Escondía textos en los dobleces de su uniforme gris.
Solo la intervención de la escritora Sibilla Aleramo, su amante y mecenas, salvó parte de su obra. Ella rescató los papeles que Campana escondía bajo su cama y los publicó en 1928, seis años antes de su muerte.

Hoy, Campana es considerado precursor del surrealismo y la poesía confesional. Su vida inspiró películas como Il poeta al manicomio (2018) y hasta una ópera rock. Cada octubre, en Marradi, jóvenes recitan sus versos frente al manicomio donde murió, ahora abandonado.

Como escribió en Canti Orfici: "Soy el vagabundo de los infinitos crepúsculos / y mi reino es donde la razón se quiebra". Una frase que resume su destino: genio y locura, encerrados en la misma celda.
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